Colección: Anaquel de poesía Prólogo : M. Rafael Sánchez Ilustraciones
de cubierta: José Antonio Navarro Con la colaboración especial de José Manuel
Oca I.S.B.N: 978-84-938708-3-6 • 76 páginas • 11€
Sí, la vida es dura y se torna en desventura a veces. Pero existe
el milagro. El milagro de la palabra, de la mirada, del conocimiento o de la transmutación
que nos va a descubrir al astrolabio y al dios que cae en la cuenta, a la flor
azul y al tiempo de las cigüeñas, a lo que el invierno ignora y a
la profanación del Génesis... Poemas agrupados por estancias-capítulos
que no son gratuitos sino que responden, cual cada estancia de una casa, a una
función vital o a un momento de la jornada. José Luis Sánchez
lleva la poesía muy dentro, es de esos humanos en que la poesía
se conjuga cada día en cada gesto, en cada latido, a cada momento. Su espíritu
le llevará a seguir ideales alquímicos, tales como querer transmutar
la miseria, dolor o vulgaridad en sus contrarios. Y la escritura suya va a hacerse
eco de este ideal alquímico, pues ¿qué es la escritura poética
más que la destilación de la palabra y ésta más que
la expresión de la propia altura vital? LA ÚLTIMA
PLAYA Sólo de lo perdido, de aquello que ya no es, de los días
de plenitud sepultados bajo el musgo de las rocas, de la arena que
amasaron juntas nuestras manos, de las olas que alguna vez saltamos
y nos hicieron reír, de la gaviota aturdida de la tarde, de aquella
noche de octubre en que tú me diste el mar. Hablo sólo de
lo perdido, de aquello que ya no es. |
1964, Herreros de Suso
(Ávila) Me contaba mi padre que hubo
un día, cuando muy niño, que quería ser torero. En fin, todos
tenemos un pasado. Enseguida llegó la televisión en color y todo
en mí cambió. También me decía que otras veces
quería ser agricultor, como él, hasta aquella ocasión en
que me llevó consigo a aventar el grano y el polvo del trigo sobre la piel
hizo que descubriese mi primera alergia. Es evidente que se aprende mucho con
la experiencia, aunque yo no sé si acierto a llevarla a la poesía.
Afortunadamente los libros y sus palabras no me producían el dolor ajeno
que la sangre en el toro, ni el propio de un eczema en la piel. Y así empezó
todo. Mi mundo es pequeño, muy pequeño. Y así quiero
que sea. He perdido mi currículum y no es este el momento de recuperarlo,
que no quiero avasallar. Sólo diré que la palabra es el único
oxigeno que conozco para ahuyentar a mis fantasmas, no pocas veces para alimentarlos,
lo sé. Por eso escribo, desde que tengo una conciencia cierta de que respirar
es necesario, de que siento para vivir y que lo que siento es el único
testimonio que puede recoger mi electro para decirme que estoy vivo. Ocurre
que a veces es muy poca la distancia entre la epidermis y las entrañas.
Y esta es la sangre de mi verso. |
Presentación en Ávila. 9 de
junio, 2011. Acompañado por Alicia Arés, M. Rafael Sánchez,
José Manuel Oca y José Antonio Navarro en el salón de actos
de la Residencia José Luis Lopez Aranguren. |