Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº 19 Prólogo de Juana
Pinés Maeso 68 páginas I.S.B.N: 978-84-940311-5-1 10€
Los poemas que componen ¿Y
quién es el que canta? nos adentran en un mundo de memoria y existencia
en donde se reflexiona sobre el deseo y el olvido, la ilusión y la admiración,
el amor y la soledad; todo ello bajo la mirada del que lleva en sus ojos la poesía
esa lente con la que las palabras se convierten en seña de identidad.
La
voz de Jerónimo Calero pertenece a la rara estirpe de poetas para
los que no existen modas, tendencias, vanguardismos ni rupturas generacionales,
sino que sigue las directrices estéticas y formales que les dicta su propio
instinto y con él nos va desgranando todo un caudal de sensaciones, vivencias,
anhelos y frustraciones que son el mosaico que conforma y delimita su andadura
vital.
El lector de ¿Y quién es el que canta?
encontrará a un poeta que se niega al silencio, que sabe que cada verso
cobra sentido y desvela una parte del alma, de la historia que se olvida si no
queda escrita y de esas sensaciones que nos acogen cuando reconocemos nuestra
voz en la de otros en los versos de Jerónimo Calero porque
la poesía, al igual que la música, no tiene fronteras ni dueño.
Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y
le dijo.«¡No mueras, te amo tanto!». Pero el cadáver,
¡ay!, siguió muriendo. César Vallejo
No hay guerreros inmunes: las batallas están pérdidas desde el
comienzo. Incluso las que terminan con laureles de victoria. Aunque los
guerreros se cubran el pecho de lata y manejen la espada con destreza. Aunque
su piel parezca de acero bruñido y su táctica en la batalla le
permita sorprender al enemigo. Aunque lloren de emoción las madres por
las gestas gloriosas de sus hijos, y las novias se ofrezcan virginales al final
de la contienda, y salgan a vitorear los vecinos al paso de las huestes vencedoras, y
volteen las campanas de todas las iglesias su canto triunfal, y corran los
niños admirados detrás del último soldado. El cadáver,
¡ay!, sigue muriendo. Entre palmadas reconfortantes, entre risotadas
y banquetes, entre condecoraciones y reconocimientos. Los ojos del guerrero
se han quedado fijos en un punto como si la sorpresa hubiera congelado sus
sentidos. Y en el campo de batalla han crecido cipreses. |
1946, Manzanares (Ciudad Real). De estirpe campesina, vive
de cerca los problemas y peculiaridades de un trabajo duro, laborioso, mal pagado
y peor visto; circunstancias que recogió en su poemario Huellas,
(Ediciones Cantahueso, 2000) y en Desde el hondo lagar de la memoria (C.R.D.O.
Mancha, 1999).
Calero se asoma a la poesía de la mano de su primer
maestro de escuela, aficionado a recitar poemas, creando en su alma infantil un
deseo de emular aquella forma mágica de describir hechos y vivencias que
ya no abandonará nunca.
Sin terminar sus estudios de bachillerato,
cuando los Institutos se llamaban de Formación Profesional, se coloca de
aprendiz en un establecimiento de telas de su localidad. Oficio que le agrada,
y al que debe toda su proyección como profesional, pasando a regentar un
comercio de tejidos de su propiedad, en el que subsiste después de cuarenta
años.
Durante esta dilatada etapa la poesía aparece y desaparece
en su vida como un fértil Guadiana, no en vano es de la tierra por donde
aquel rio corre con desigual fortuna.
Ha recibido multitud de premios literarios
entre los que destacamos el Premio Barcelona de Poesía J.A. Goytisolo,
el Certamen Internacional de Poesía Mística Malagón o el
2º premio Sexto Continente de Poesía Amorosa. Es Cofundador del Grupo
Literario Azuery Cofundador y colaborador de la Revista Literaria Calicanto.
¿Y
quién es el que canta? nos devuelve la voz de un gran poeta, nos
trae la luz cuando sólo nos quedaba el silencio. |