Coleccción ANAQUEL DE POESÍA Elvira Daudet, la gran dama de la poesía española, regresa con su desgarradora pluma para enseñarnos cuán íntimo puede llegar a ser el dolor, el paso del tiempo, lo perdido y lo injustamente arrebatado.
Escribo con cuchillo —escondido en el puño, Elvira recorre la vida desde el germen, desde la creación situándose en el Génesis con un Dios que contempla su obra. ...Atrás quedaron tumbas,
inválidos, escombros; la lluvia enterró la memoria La poeta comtempla el dolor humano desde todos los ángulos posibles, pero siempre dándonos una lección de piedad con los desprotegidos y de desprecio y valentía ante la injusticia. ...Y hay
mujeres sencillas, con los ojos de agua Un laberinto que, como las aguas de un tortuoso río, refleja la vida y del cual es imposible salir sin encontrar esquinas con las que chocarnos, espejos en los que ver con su ojos cargados de experiencia cómo a pesar del dolor, la esperanza se alza como la luz salvadora que nos conduce a la libertad.
Elvira, las niñas y el Minotauro: "Laberinto Carnal", Llego llegando a Elvira Daudet. Me adentro en su mundo. Me inserto en su pathos, en su neurosis; en el singular mapamundi de su naturaleza toda. En la anatomía de su sueño y el anverso de su más letal pesadilla. Transgredo los umbrales de su genio. Transito el camino de luces de la leyenda y la senda de espejos fragmentados que pavimenta el empañado camino de la memoria. No es fácil. Se corre el riesgo de cortarse los pies; de quedar amputado, como un verso trágico; como una idea que no pudo, por coja, echar a andar y remontar los torbellinos de la imaginación y el entendimiento. Entablar el diálogo desde adentro no es lo difícil, sino escuchar el propio eco que en devanada sombra se yergue erigiéndose en brazo de mar y muro que separa, y al unísono, tiende puentes sobre la hemorragia de las ilusiones y de los tiempos que yacen coagulados a los pies de las historias individuales y de la Historia misma: la Historia de los hombres y de las mujeres y sus fechas, sus efemérides y sus mitos inventados, y la Historia de las utopías en su consagración alquímica como contenedores y vehículos materiales del más grande e irrealizable mito histórico: el mito de la perfección como meta humana y crisol donde alcanzar la redención y el derecho a tener acceso a la azarosa vaguedad y divinidad de lo eterno. ¿Quién es esta mujer, que desde su interior tiene la paz inerte de una catedral grandiosa y tejida de vitrales celestes y es, a su vez -y sin asomo alguno de probable, siquiera plausible paradoja-, orgánico himno de protesta y tenue humedad de reciente, repetido, condensado llanto revelado en nubecillas de acusatorio, delineado perfil y decantada, luminosa, fresquísima recompensa de lluvia vivificadora y preñada de fértiles, seminales, maternales generosidades?
"Yo no te vi crecer al aire libre (Espuma de un sueño, Laberinto Carnal, página 19) Lloro mientras transcribo fragmentos de este poema visceral y doloroso, cuya amargura se trueca en amoroso soliloquio de la madre hacia la hija muerta que amamanta desde entonces la tierra con sus pechos de raíces y su leche oscura de quitinosos esqueletos de coleópteros y mórbidas, obesas lombrices como ninfas del subsuelo. No es posible no detenerse a llorar, no sentirnos humanos y extrañamente divinos con la lectura de este poema que se deshace en cariños como un panal de ternuras sobre la diminuta y trascendental huella que deja esta niña, como "el lirio que malogró la helada", en el seno materno que aún la reclama, la recuerda, la revive haciéndola para nosotros todo cuanto no pudo ser, porque le da rostro y volumen; corporeidad y alas para que revolotee en nuestras mentes y ya se quede a habitar en nuestras almas, como una ninfa del recuerdo arrebatada a la muerte misma Me pregunto, también, si de alguna forma, esta niña es también esa otra niña que fue y es Elvira Daudet; la niña que creció comiendo el pan ensalivado que le daba su madre como único alimento accesible en los días grises y bochornosos de una España fratricida y sonámbula que hacía remedos y aspavientos de trasnochado nacionalismo y mohína virtud en el marco de una Europa cada vez más enrarecida y alejada de Dios y más cercana a los cruentos, inmorales y laberínticos abismos de la II Guerra Mundial. Y es que hay niña por doquier en la vida y la obra de Elvirita Daudet. Niñas que se elevan, remontándose en la memoria y niñas que caen como frutos malogrados al pavimento. Niñas muertas que duelen y niñas muertas que en su rigidez, acusan.
"
De plomo fue la que quebró sus alas, (Niña azul, Laberinto Carnal, página 15) Y estas niñas (¿esta niña? ¿esta Elvira?) crecen entonces de un tirón para hacerse, de todas las cosas, mujeres. Mujeres: frescas y ardientes; encabritadas y dóciles; seminiñas y ancianas atadas siempre al trapo menstrual con que las atan y maltratan los hombres: "
Penélopes dolientes, ocupadas (Mujeres, Laberinto Carnal, página 27) Habla entonces, de entre todas las mujeres-niñas, la esposa, la amante ansiosa y enamorada que espera a su hombre, a su marido, al padre de tantos sueños (padre porque es él quien los engendra en la fértil y amantísima ilusión de esta beldad que utiliza "la plancha igual que un tiralíneas "se perfuma sus cabellos, sin olvidar el horno ": "
Todo en orden me siento en la penumbra ¿Se aburre esta mujer en una espera "interminable" de "sobremesa" repetida en nostalgias de la memoria en que habita? ¿Se aburre de esperar, cortando "en pedacitos, como la piel de naranja", los fragmentos de una vida en sueños que nunca fue, porque las ensoñaciones nacían sólo de materna, unigenital simiente, sin padre dispuesto a responsabilizarse y reclamarlas como suyas? " ¿A quién espero yo si tú no existes?" (La esposa, Laberinto Carnal, página 30) Aflora, en seguida, la madre, la progenitora que le inspira este poema tan denso, resignado y agridulce como las alucinantes visiones de una pesadilla empotrada en los devaneos de la morfina, o de una mente extraviada en los confines de lo discutiblemente racional: "
¿Te diste cuenta, madre, del expolio (Hacía cosas raras, Laberinto Carnal, página 32) E irrumpe esperada, anticipadamente esa otra madre, esa otra mujer, esa otra niña-novia violentada y hecha meretriz en el lupanar de 'la fe' que es la España fascista: bicéfala, con dos corazones: uno negro, de piedra mineral y dura, que machaca los otros; otro rojo, sangrante, que se desgasta en rojos hilillos dejando sendas de gloria, desolación, vergüenza y muerte por todos los senderos de la península enlutada, hecha cárcel de auroras y sórdido bastión de la abyección y el oprobio: "
Era aún muy pequeña y ya llevaba La muerte floreciendo
como un hongo escarlata (Herencia de Pandora, Laberinto Carnal, página 34) Sacude. Sacude y da náusea este poema. Escalofríos de irracionalidad por todo el cuerpo. ¡Tanta crueldad malsana y tanta sangre indebida a los ojos tiernos de una criatura! Terrible belleza en la palabra de la niña-poeta que narra, que siente y describe el miedo, el abuso, la arbitrariedad, el asesinato, la muerte Jirón en el alma y en la memoria inamovible. Por eso te entiendo. ¡Por eso eres llama visceral contra todo amago de oscurantismo fanático o desencuentro posible! Y otro jirón, pero este desde adentro de ella misma, desde su centro y por voluntad propia e impulsada por la honestidad y el orgullo de su amor materno por el hijo "con rosas en los pies" (parafraseo) que logró reconstruir, a sus ojos, las derruidas torres de una "casta orgullosa y pobre" (parafraseo de nuevo) para izar sobre ellas la bandera de un nuevo sueño, de una nueva visión, de un nuevo mundo echando cimientos sobre ese otro mundo de pétrea, ennegrecida, corrupta y puteada moral en andrajos: "
El hombre más
leal y más entero, a quien debo la escasa felicidad (Álvaro, Laberinto Carnal, página 37) Tiene Elvira la lírica facultad de llegarnos hasta lo más recóndito del sentimiento, desde el dolor ajeno, siempre con ecos de inocencia irreparablemente dañada por la indiferencia y las trampas de una sociedad cuya desvencijada moral Mult.-rasero justifica o se vuelve de espaldas ante actos de enconado belicismo tan disímiles como idénticos: "
Quieta bajos las perlas de la lluvia (Vendedora de rosas, Laberinto Carnal, página 39) "
El huracán de muerte galopa desbocado (Bagdad, Laberinto Carnal, página 41) Se desnuda, esplendorosa y eróticamente intachable, la niña-diosa-mujer, incinerada en ardores, lúbricas necesidades, chasquidos de labio contra labio y humedades que se evaporan, como el rocío en una mañana cálida, desde los susurros sensuales de este poema: "
Quema mi piel
otra piel que me busca (Sustancia ardiente, Laberinto Carnal, página 43) Y un reverente-irreverente homenaje (¿ironía atestiguada de una vivencia de juventudes? ¿divertimento elegantísimo y a quemarropa inspirado en alguna trayectoria [des]conocida?) a la poesía y al poeta que aparente y religiosamente la ejercita, desde los cráteres de lo arcano, de lo cuasi-divino y misterioso, y desde las vastas, áridas planicies de lo transitorio-convencional añorado; de lo mundanal; de lo ridículo; de lo efímero: "
Los poetas, como santos en trance de extinción (El príncipe poeta, Laberinto Carnal, página 45) Se torna íntima, entonces, con una intimidad de nítidas desnudeces que rebasa la intimidad de recuerdo y llanto, hasta ahora ofrecida: "
A mi abuela Agustina, que al final (Dedicatoria en Ahora, no, Laberinto Carnal, página 48) Y de esta intimidad sin ambages ni ropajes superfluos, el quebrado, inmoral, surreal y cansino espectro de lo cotidiano que paraliza y embota, dilatando arterias en agudísima observación de quien desde adentro y desde el recuerdo, protesta : "
De las fábricas de talentos
salen (Todo es aire, Laberinto Carnal, página 51) Se nos entrega volátil, ya al final, sublimada en esencias, en laberinto viviente de dulces, despojadas; pretéritas carnalidades; acorralada por la duda y en abierto y disparejo duelo con el tiempo: "
Las noches son de escarcha sin su abrazo (Sospecha, Laberinto Carnal, página 54) Y desafía y se flagela, arañado con doble filo de uñas y dientes, más que de cuchillo: "Escribo con cuchillo -escondido en
el puño, (Versos de doble filo, Laberinto Carnal, página 55) ¿Quién es esta mujer? -pregunto de nuevo- más que retóricamente, con afán de contestarme a mí mismo: una mujer que es niña, que es novia, que es esposa, que es amante y madre, soñadora, inquieta e idealista. Una mujer que con su pasado en la valija de piel de su propio cuerpo, clama por justicia social y justicia propia, desde el silencio de sus noches de ensueños y escarcha. Una mujer que por carnal ha sido diosa y por diosa, divinidad de rescoldos que fueron, antaño, hogueras. Quedan aún fuego y temple en esta niña-mujer que se apasiona y se queja; que llora y que se nos revela en memorias y vivencias, como en una máquina del tiempo cuyas fuerzas motrices son la poesía y su propia energía de musa soñadora, todavía enamorada y en espera de lo posible. A mí me llega cercana, nítida, cálidamente; con la rabia mordiéndole los talones y la esperanza doblada como un lazo de fiesta en el arca que es su pecho, como esperando ocasión, oportunidad, motivo para celebración y júbilo venideros. Me llega también salvaje y repetidamente ultrajada; maltratada por el devenir de la vida que le tocó enfrentar y ante la cual ha sabido hacerse valer sin apelar a más que a su esfuerzo, su irrefutable talento literario y el acervo moral e intelectual que la avalan; por los hombres, sus promesas y sus grandes mentiras; por las circunstancias; por las ilusiones; por la historia Y qué puedes, niña Elvira
Por Pedro F. Báez. ('Elvira, las niñas y el Minotauro',
inspirado por su libro 'Laberinto carnal')
ELVIRA DAUDET |
La autora:
Elvira Daudet |
Nació en Cuenca al final de la guerra civil.
Periodista de amplia experiencia, trabajó en Informaciones, Pueblo,
ABC, El Indepediente y colaboró en algunos diarios extranjeros como
St. Galler Tagblatt realizando numerosos reportajes y entrevistando a los
personajes más relevantes del mundo de la cultura y de la política.
También trabajó en Televisión Española, donde
escribió, presentó y dirigió la serie "Está llegando
la mujer". Como corresponsal de Pueblo en Roma fue la primera periodista
extranjera que dio la noticia del Compromiso Histórico de Enrico Berlinguer
y del asesinato de Pier Paolo Pasolini. También cubrió las masacres
fascistas de los años setenta, la violencia de las Brigadas Rojas y el
secuestro y asesinato de Aldo Moro. Noticias relacionadas • Laberinto Carnal en Alcoba paralela • Elvira Daudet y su Laberinto Carnal en El Ateneo de Madrid, en El Vuelo de Hécate • Presentación de Laberinto Carnal, en El Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid • Laberinto Carnal, en Agenda Poético-musical • Elvira Daudet y Sol, por Mientras la luz • Elvira Daudet: Laberinto Carnal, en El Blog de Leonel Licea • Leyendo "Laberinto Carnal" de Elvira Daudet, por Pinchando charcos • Elvira Daudet: Laberinto Carnal, por Amando Carabias María • Laberinto Carnal de Elvira Daudet, por Anika entre libros • Laberinto Carnal de Elvira Daudet, por La Biblioteca imaginaria |
La sala de conferencias del Ateneo de Madrid se llenó para acoger la presentación en este centro cultural del último libro de poesía de Elvira Daudet titulado "Laberinto Carnal". La gran dama de la poesía actual estuvo arropada en este acto por la editora Alicia Arés, de quien la propia Elvira Daudet destacó su labor al frente de Cuadernos del Laberinto. Junto a la escritora también estuvieron los poetas Rafael Soler y Carmina Casala. Ambos galardonados en los premios Adonais.
Rafael Soler
destaco el empuje de Elvira de la que resaltó que "no descansa nunca". Pero es
en su poema "El Príncipe Poeta" donde, según Soler, la escritora explica lo que
le impulsa a la creación literaria. En él se refiere a los poetas como "santos
en trance de extinción, que buscan con sus versos ser inmortales, vencer a las
cenizas".
Carmina Casala, por su parte, hizo un recorrido por toda la obra
de Elvira Daudet en el que el plano artístico y vital se entremezclan. Como en
sus poesías. Para Casala "Laberinto Carnal" es un libro sobrecogedor "desde el
título", del que destacó el compromiso de la autora con los desheredados del mundo
en poemas como "Bagdad". Una sensibilidad con los más desfavorecidos que le viene
a la escritora de su amplia trayectoria como periodista en medios tan prestigiosos
como los diarios ABC, Pueblo, El Independiente o Informaciones, además de trabajar
también en TVE.
Laberinto
carnal, LIBRO DE LA SEMANA en el programa de RNE "Un idioma sin fronteras". Diciembre 2011 | Elvira Daudet
en "La vida es bella" de Sasi Alami |
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Entrevista en el programa de radio "Sexto Continente" de RNE | Conversando
con Elvira Daudet de Veoguada TV |
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Presentación
por Jaime Alejandre (1ª parte) | Presentación
por Jaime Alejandre (2ª parte) |