(Ávila, 1934 - 2013)
Escritor y editor.
Entre su producción poética cabe citar Sonetos
interiores, El
Santo Rosario en sonetos oGratia
plena. Asimismo tradujo la obra de Edgar Alan Poe
y la poesía de Alfred Tennyson. También realizó
una incursión en el terreno de la novela con la obra
Do ut des.
En 2006, junto a su hija Alicia, fundó la editorial Cuadernos
del Laberinto.
Coleccionista de arte, bibliófilo (especializado en
Santa Teresa de Jesús, en Ávila y en primeras
ediciones de poesía), políglota y firme defensor
de los derechos de los animales.
Próximamente será editada, de forma póstuma,
su obra Atenea Pensativa.
No acudas al café donde te han dicho
que van siempre a reunirse los poetas;
ellos no están allí, porque su cátedra
no se presta a tertulias tan añejas.
No busques al poeta por la calle
tocado con chambergo o con chistera;
antaño, muy antaño quizá algunos
disfrazaran así su poca ciencia.
Y en los Juegos Florales, si es que acudes,
verás que hermosas damas y su reina
ponen cerco de tul a un pobre hombre
codicioso de fama y de pesetas.
¿Y qué decir del libro consagrado?
¿Será también falaz la letra impresa?
Muchas torres el viento ha derribado,
y la memoria de ellas, ¿dónde queda?
Quizá tenga razón el viejo dicho
de que basta un arcón para la venta
del paño que prefieren los que saben,
y lucen como joyas las princesas.
Cambia tu rumbo si encontrar pretendes
de la poesía la escondida vena:
no la busques allá donde no existe,
ni en la vida vulgar que nos rodea.
Con todo, en este mundo hay todavía
soñadores y auténticos poetas.
¿Que dónde están? Conviven con nosotros,
y de todos están siempre muy cerca.
Ellos han recibido un don precioso
que viene, como lluvia, desde fuera;
que hace brotar la vida donde falta
y mañana dará pingüe cosecha.
Mas, como saben que ése don no es suyo,
nunca a sí mismos se verán poetas;
y saben además, mejor que nadie,
de todos nuestros fallos y miserias.
Son los mismos que intentan en el mundo
llevar allá la paz donde haya guerra,
que comparten su ropa con el pobre
y su verbo mitiga toda pena.
LA FIESTA NACIONAL
El toro en el toril - ¡qué pena, pena! -
sueña con verdes y jugosos prados,
con trotes y retozos descuidados
bajo un efluvio azul de luna llena.
¡Pobre animal! En círculo de arena
se cerrarán sus campos ensoñados,
y herido y roto por entrambos lados
de rojo teñirá toda la escena.
Domingueros, flamencos y turistas
presenciarán impávidos su muerte,
vociferantes desde sombra y sol.
A los verdugos se les juzga artistas,
y yo, confuso, pienso que la suerte
equivocose haciéndome español.
RUIDO
Me aturde y me encocora tanto ruido,
tanta expresión soez, tanta violencia,
tanto gesto de fatua suficiencia
y tanto pseudoarte sin sentido.
El sosiego y la paz - si han existido -
hoy brillan más que nunca por su ausencia;
y los subidos logros de la ciencia
ni un átomo al amor han añadido.
Ignoro si hace siglos fue distinto,
mas hoy puedo dar fe del desvarío
que por doquier nos cerca en esta hora;
y es que vivo en un mundo variopinto
al que no reconozco como mío,
porque en verdad me aturde y me encocora.
CERTEZA
Esas nubes que flotan en el cielo
y amortiguan la luz del mediodía
lloverán de la tierra la sequía
cuando se rasgue de su encanto el velo.
Y ese frágil rosal, hoy puro anhelo
de belleza total en lejanía,
mañana alumbrará la lozanía
del más sutil y hermoso terciopelo.
Porque todo, en verdad, gira y se ordena
-desde la blanca nube hasta la flor-
en torno al ser humano como centro.
Y "alguien" me dice con certeza plena
que yo tiendo a mi vez hacia el Amor,
transformante presencia desde dentro.
MADRIGAL
Porque es ciego Cupido
te contemplo, Beatriz, con la mirada
remota, juvenil e ilusionada
de nuestra primavera;
pero aunque Amor tuviese vista aguda
¿cómo poner en duda
que te vería igual que ayer te viera?
¡Ay, saeta certera!
¡Ay, corazón herido!,
flechado sí, mas nunca dividido.
VENTANA DE BARRO
Si el cofre en que el tesoro está escondido
compitiera con él en hermosura
necesaria sería otra envoltura
que de entrambos velara el contenido.
Es el alma el tesoro más subido,
la obra cumbre de Dios, bella aventura,
espejo que refleja su figura
tanto más clara cuanto más bruñido.
E infundida en el barro, como un todo,
aquel que la creo dispuso el modo
de que oculta pasara por la vida.
Mas tus ojos, Beatriz, son cual ventana,
abertura de luz por donde emana
el puro Amor a que el Señor convida.
In memoriam LUIS GARCÍA
ARÉS
Poeta y co-fundador de Cuadernos del Laberinto
Se nos ha ido un hombre bueno y buen poeta. Quizá
la razón primordial por que supo componer buenos versos
fue de él estuvo siempre imbuido bondad. Gozó una enorme riqueza interior impregnaba cuanto era
hacía. Aunque dispuso enormes valores, apartó cualquier atisbo vanidad ajetreo en búsqueda honores. Evitó el ruido, los aplausos, oropel fama sólo hoy, cuando duele su marcha definitiva,
somos muchos percibimos toda grandeza talla persona deja hueco insustituible corazón,
pues privilegio conocerle contar con afecto.
Luis García Arés había nacido en Ávila.
De aquí eran sus antepasados. Uno de sus abuelos fue
cofundador, en 1888, del "El Eco de la Verdad", antecesor
del "Diario de Ávila". Luis cursó sus
primeros estudios en nuestra ciudad y luego se graduó
como Contador del Estado. Fue destinado a la Delegación
de Hacienda de las Palmas y, tras residir allí un año,
retornó a la ciudad que le vio nacer, donde pasó
el resto de su vida laboral. Dio también clases de matemáticas
e inglés, leyó muchísimo y pronto tuvo
necesidad de convertir en poesía el lirismo que atesoraba
en su alma. Compuso deliciosos poemarios como "Sonetos
interiores", "El santo rosario en sonetos", "Gratia
plena", "Versos para la navidad", etc. Tradujo
al castellano obras de Alfred Tennyson y de Edgard Allan Poe.
Ha dejado una obra inédita, de próxima aparición,
que se publicará con el título de "Atenea
pensativa".
Era un hombre de recias convicciones, pero sin fanatismos, pues
le gustaba compaginar la tolerancia hacia los demás con
la profundidad de sus propias ideas. Cuidaba la palabra y disfrutaba
del don de la sencillez, del don de la belleza en sus metáforas,
del don de hacer fluidos y cercanos sus pensamientos. Vivió
fascinado por "el arcano" de la existencia, como él
llamaba a los misterios insondables con los que nos topamos
los seres humanos desde nuestro primer vagido hasta el último
aliento.
Además del amor a su esposa Beatriz y a sus cuatro hijos,
amó profundamente a santa Teresa de Jesús, a la
que consideraba el personaje histórico de sus preferencias.
Se interesó por los libros, tanto antiguos como modernos,
y formó una valiosa biblioteca de muchos miles de ejemplares.
Le gustaban las antigüedades, el arte, la astronomía
y la ciencia, pues poseía un delicado espíritu
renacentista que le llevó a sentirse atraído por
múltiples temas. Otra de sus inquietudes fue el bienestar
de los animales, fundando en 1994 con su hija Alicia, con Concha
Pedrosa, Gabriel Téllez y Concha Macho la Asociación
Protectora que sigue existiendo todavía hoy en esta provincia.
Tras jubilarse en la Delegación de Hacienda de Ávila,
se entregó con entusiasmo a la enseñanza en el
Centro de Cultura Popular, donde gozó impartiendo conocimientos
a personas mayores que no habían tenido la posibilidad
de formarse académicamente en los años jóvenes.
Que descanse en paz este hombre excepcional, sencillo, valioso
y exquisito. Y que su familia reciba desde aquí la condolencia
más sentida de cuantos llevaremos en el corazón
los profundos surcos de luz que la palabra y la figura de Luis
García Arés nos han dejado para siempre.
(Adolfo Yáñez)
La muerte de Luis García Arés
me toma por sorpresa al tener conocimiento de ella varios días
después de haberse producido. Soy uno más de los
que lamentan el final de una vida honrada y generosa, porque
Luis es y será uno de los grandes de Ávila a pesar
de la modestia con la que ocultaba pudorosamente su valía.
Un intelectual poliédrico e incansable en la búsqueda
del saber. En este aspecto, podría reiterarme y no añadiría
palabras más certeras que las escritas por Adolfo Yáñez
en la necrológica de nuestro común amigo.
Por eso, sin menoscabo alguno de su personalidad de hombre
sabio que pretendía ir de puntillas y sin glamures por
la existencia, los recuerdos más entrañables que
poseo de él provienen de su sólida creencia en
los derechos de los animales. Lo conocí a principios
de los años noventa en aquellas reuniones con Concha
Macho -la iniciadora de todo-, Concha Pedrosa y otros queridos
compañeros para crear la Protectora de Animales de Ávila,
y después en otras muchas citas similares para sacar
adelante el proyecto. No fueron tiempos fáciles para
conseguirlo. Los perros y gatos abandonados o crecidos sin el
menor amparo constituían una imagen frecuente en las
calles de Ávila, siempre con un halo de tristeza y necesidad
tras de sí. O sobre sí. Se comenzó de cero
en aquellos dos improvisados refugios que socios también
tocados por la generosidad -me estoy refiriendo a Concha Pedrosa
y a Pedro- pusieron a disposición de la Protectora. En
ese ambiente tuve los primeros contactos con Luis, que empleó
sus dotes en la contabilidad para hacerse cargo de la paupérrima
tesorería de la asociación.
Luis García Arés debió ser un padre satisfecho
porque hizo una familia con unos hijos la mar de creativos y
luchadores en defensa de los animales; especialmente Alicia,
que lo mismo bregaba en el mantenimiento de los refugios que
en la organización de mercadillos a beneficios de los
acogidos de los recintos o en lo que hubiera menester. Cuando
el número de perros era tal que ya no se podía
dar una atención especial a los que habían llegado
con lesiones o alguna enfermedad, sacaba de los refugios a los
más débiles para llevárselos a Navaluenga
a pasar el verano con él, su mujer y los hijos que continuaban
en Ávila. Y ocurría, siendo esta familia como
es, que bastantes de aquellos canes que sólo se toparon
con la desgracia hasta entonces, se quedaron definitivamente,
no sólo el verano, para compartir la vida de Luis. Fueron
bastantes porque ya arribaron maltrechos y viejecitos, y algunos
no tuvieron demasiado tiempo para disfrutar del consuelo de
este linaje de benefactores. Son incontables las veces en que,
por la mañana y camino del trabajo, saludaba a Luis cuando
realizaba la primera salida con sus protegidos en el Paseo de
Don Carmelo.
Aunque era de naturaleza apacible, le brotaba la indignación
cuando la canallada se llama toro de Tordesillas, galgos y perros
de caza asesinados por los propios dueños al término
de la temporada de sangre y plomo, la negrura despiadada de
los espectáculos taurinos o la injusta vida de presidiarios
perpetuos de los animales de los circos. Por todo esto y por
tantas iniquidades más, se alegró al saber de
la existencia del PACMA en Ávila.
En más de dos decenios nunca oí ni el más
mínimo comentario negativo sobre su persona, y ya es
difícil que de un modo u otro no aparezca algún
contradictor insidioso. Pero así son los tipos geniales
a los que, además, les viene como un guante el parafraseo
machadiano de era un hombre, en el buen sentido de la
palabra, bueno. Luis siempre me recordó a mi padre.
Sus dos últimos años estuvieron marcados por
las secuelas de dolor y las limitaciones causadas por el estúpido
e incomprensible atropello que sufrió mientras cruzaba
un paso de peatones bien señalizado. En la hora del adiós,
los sin voz de todos los refugios, los galgos y los toros, los
tristes animales presos en los circos y los pájaros del
cercano parque habrán guardado un silencioso homenaje
para el que siempre tuvo para ellos una mirada con superávit
de bonhomía.
(Gabriel Téllez)
Homenaje a Luis García
Arés
"Madrigal"
(poema leído por Enrique Gracia Trinidad)
Homenaje a Luis García
Arés
"Tu mano"
(poema leído por Enrique Gracia Trinidad)
"En tu mesa quedaron los trebejos"
(Luis García Arés)
Leído por Eduardo Scala