Jesús Muñoz Morcillo
(1977, Salamanca)
Es licenciado en Filología Clásica por la Universidad
de Salamanca y doctor en Teoría del Arte por la Staatliche
Hochschule für Gestaltung (HfG) de Karlsruhe (Alemania),
ciudad en la que reside actualmente. Publicó sus primeros
poemas y ensayos en las revistas Papeles del Martes (Diputación
de Salamanca) y Cuadernos del Matemático (Madrid).
En 1999 fue premiado con un accésit en el III certamen
de poesía joven para menores de 25 años «María
Dolores Mañas» de la Fundación Cultural
Maraya (Madrid) por el micropoemario ilustrado La estación
prologada (Convivia Literaria, 2007). Ha publicado el
poemario Noches sin sostén (Gyrophora,
2009) y la plaquette de poemas Pon tu dedo en mi llaga
(El níspero azul, 2007). Durante su estancia en Alemania
fundó la revista de creación Convivia Literaria
(Karlsruhe, 2004-2008) en la que aparecieron también
algunos de sus versos y ensayos. De su trabajo como investigador
destacan sus publicaciones sobre tradición clásica,
teoría del arte y écfrasis en diferentes revistas
especializadas.
En 2016 sacó a la luz la primera monografía sobre
el artista germano-estadounidense Stephan von Huene (transcript
2016). Ha traducido al alemán diversos poemas del poeta
salmantino Aníbal Núñez, publicados en
la plaquette Kleine Anthologie einer Autobioabbauba-rengraphie
(Karlsruhe 2007) y en el poemario Autobioabbaubaregraphie (Karlsruhe
2008). También ha traducido al español poemas
del poeta beat greco-alemán Vagelis Tsakiridis, y de
poetas clásicos como Safo, Horacio, Arquíloco,
Hiponacte o Tirteo entre otros.
En 2019 ha publicado el poemario "Lo
que sólo fue unido" en Cuadernos del Laberinto.
II, 6
No se puede dormir bajo un cielo tan sucio.
Sacudamos primero las estrellas que acechan
detrás de las persianas de un olvido frustrado.
Hay demasiada luz esta noche de invierno,
muchos ruidos para que se realice
el monocromo sueño del bienaventurado
cuya desilusión llevamos dentro.
Un coche, por ejemplo, se ha alejado
subrayando su innecesaria sombra
de llanta y de cuarteto a la deriva.
Un coche nunca pasa solo: alguien
vela a la diestra del verbo
que hace que la luna no pare de moverse
con el rítmico rugir de la memoria.
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