Nací en el 54 de 1900 en la
que Diego de Losada dio en llamar Santiago León de los
Caracas. Pude haber sido Rescatador de Princesas, Maltratador
de Dragones, virrey del Perú. Pero no fue así.
Hubiera fichado sin condiciones
por haber formado parte de la
tropa que, a las órdenes de
Amundsen, descubrió el Paso del
Noroeste en 1903, o haber
sucumbido junto a Mallory e
Irvin después de inaugurar la
cima del Everest en el 24, o
haber sido capaz de domesticar
el color en Papeete a la sombra
de Gaugin en el 97 de 1800, o
haber escrito antes que Mario
por ejemplo, «Conversación en la
Catedral», no importa cuándo, o
haber cooperado en levantar
cualquiera de las estampas de
Kubrick, o haber...
Ha publicado Hazversidades
poéticas en Cuadernos del Laberinto.
AMOR REVERLUCIENTE
Ella tan reverluciente, tan taquito de queso de Burgos
tan pastelito, tan letra pequeña por decir algo
tan novicia de sus cosas cotidianas.
Él, acera opuesta, alpino y espigado
lunínfaro jurel de astigmática mirada
seis dedos de malaria en el gintonic, por ejemplo
judía pinta en cualquier caso de lunes a domingo
soberbio boquinardo de Armani perfumado
cuando ella, joven cereza reverdeciente
devota prisionera los sábados de júbilo
surcaba las marismas pendida entre los besos
butaca compartida sesión cine de barrio.
Ella como siempre tan cabello de ángel
tan minucioso campo de prospección acuífera
tan biodegradable, tan propelente musa apasionada
él, orilla opuesta, alpino, ditirambo
tan pertinaz cartesiano podríamos decir
tan te quiero, shhhh, golfa niña mía.
De nuevo él, tan aguerrido capitán capaz de cualquier
fraude
carente de galones, portentoso, doctosabio
tan ocupado en ejercicios malabares
catedrático bedel agencia 16 Central Hispano.
Ambos adobo tan reverlucido, tan cariamancebado
tan educada pareja correlativa, besos aparte
tan proclives a adoptar una hipoteca, incluido euribor
más tarde si Dios quiere epidural, hijos formales.
Así juntos porque no puede ser la historia de otro modo
vivir tácitamente mariunidos
golosos coleópteros
ya todo visita programada al odontólogo
ya no risas, ya no líbido, ya no: «Aquí
Charly, cambio,
emboscado entre la almohada el enemigo».
Así avanza granel la pulpa de la vida
amor sin cobertura, minucioso organigrama
ya invierno todo nieve farolas calle abajo
abrazos predecibles, señuelos aseados
tan intrusos, tan recebo de los telediarios
tan huraños cromañones de la nómina
tan antaño reverlucientes, tan recidivos
tan beatos de los centros comerciales
tan sumisos códigos de barras
así mismo reverópteros, reverlúcidos
tan cariamancebados en las fotos familiares
ella, fíjate, tan tortita de nata, él tan habichuela
tan nadariamente chusmopolitas
tan mercenariamente cromosomas.
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