¿Qué le impulsa a escribir y enfrentarse
al folio en blanco?
Ante todo, pasar un rato agradable y disfrutar durante unas
horas de la quietud, del sosiego que conlleva el proceso de creación.
Por circunstancias laborales y familiares, únicamente puedo
escribir por la noche. En el silencio de la madrugada, mientras escribo,
todas las preocupaciones del mundo exterior desaparecen, solo soy
yo y mis personajes, y el tiempo pasa, pasa, sin darme cuenta.
¿Qué hay en su novela de novela negra y qué
hay de policial?
La trama que transcurre en Córdoba es más
policíaca porque hay un crimen con varios sospechosos que tienen
motivos y ocasión para cometerlo. El lector deber ir descartando
o eligiendo al asesino a partir de las pistas (y trampas) que van
apareciendo.
Pero Un
revólver en la maleta es también, en cierta
medida, una novela negra, entendida esta como un género que
indaga sobre los aspectos sociológicos y patológicos
del crimen, sobre el origen y las causas de la violencia, y que realiza
una crítica de la sociedad de la que el criminal forma parte.
En este sentido, he pretendido que el lector reflexione, especialmente
en la trama que transcurre en Madrid, sobre temas intemporales y desgraciadamente
en boga en la actualidad como son la corrupción y la impunidad
con la que actúan las personas que se amparan en el poder para
cometer delitos. En la trama de Córdoba también abordo
los prejuicios sociales de una sociedad cerrada y opresora, dominada
por la hipocresía y dividida en castas sociales. Influido por
la mirada escéptica y compasiva de Galdós, por la Córdoba
que describo desfilan personajes de toda clase y condición,
con sus miserias y grandezas, en una visión en ocasiones nada
amable.
¿Qué diferencias encuentra entre las novelas
negras escritas en España con las del extranjero?
Todas las novelas negras, vengan de donde vengan, coinciden
en la utilización del misterio, de la intriga, de la reflexión
sobre el crimen y sus motivos, de la crítica social
Luego
cada país, cada cultura añade sus rasgos diferenciadores.
Así, la novela de los países nórdicos presenta,
como nota característica y más atractiva, una sociedad
culta, educada, avanzada socialmente, de gran desarrollo económico,
pero que, cuando se indaga en ella de forma más profunda, muestra
las mismas miserias, la misma violencia, las mismas preocupaciones
que otras sociedades en apariencia menos desarrolladas.
La nueva narrativa negra hispanoamericana, sobre todo la mexicana,
llama la atención por la violencia de los crímenes que
retrata y sus causas: el narcotráfico, los grupos paramilitares,
la corrupción política.
En el caso de España, a pesar de la diversidad de temática
y de autores que existen en la actualidad, hay también algunos
rasgos característicos como un cierto costumbrismo de gran
tradición en la narrativa hispana y la presencia de una marginalidad
muy típica de nuestro país.
¿A qué atribuye el actual éxito de
la novela negra?
La novela negra lo tiene todo: argumento, intriga, personajes
interesantes y variados, complejidad narrativa... Es, por tanto, un
género muy atrayente para el lector que, ante todo y por encima
de todo, desea pasar un buen rato leyendo un libro y olvidarse de
sus problemas personales mientras dure la lectura sin más pretensiones
literarias. Pero, además, ofrece una reflexión sobre
los aspectos más oscuros del ser humano y de la sociedad en
la que está inmerso, y acerca al lector a seres malvados, perversos
o desgraciados que atraen sin remedio (ese lado oscuro que toda persona
lleva dentro).
Por otra parte, el triunfo del género negro en época
de crisis no es casual. La gran novela negra americana, la de Dashiell
Hammett, la de Raymond Chandler, surge tras la Gran Depresión
posterior al crack de 1929. Eran años oscuros, como los que
estamos viviendo en este momento.
En su novela "Un revólver en la maleta"
las descripciones de la época, de las calles, utensilios, alimentos
son detalladas ¿cuánto supuso eso de estudio y documentación?
Mi pretensión no ha sido escribir una novela histórica,
sino, simplemente, ambientarla en una época, que el lector
perciba "el aroma" de los primeros años del siglo
XX y sienta como verosímil la historia que está leyendo.
La búsqueda del asesino lleva al inspector Homero y su ayudante
Pedro a recorrer las calles de una Córdoba que sale de su largo
letargo de siglos y abandona la condición de pueblo grande
para convertirse, poco a poco, en una urbe moderna. Son los años
de los primeros vehículos a motor, de los primeros ascensores,
de los primeros edificios funcionales y modernistas que se construyen
en la ciudad, la cual aparece reflejada en la novela a través
de sus calles emblemáticas como la calle Almonas, de sus iglesias
(San Andrés, San Miguel y, por supuesto, San Lorenzo), de la
plaza de abastos de La Corredera, del reñidero de gallos, del
cementerio de La Salud, de Las Ermitas, del hotel Suizo, del
Ayuntamiento, del Círculo de la Amistad, del Gran Teatro, del
Coso de Los Tejares, de la Audiencia, de El Círculo de Labradores
.
Por otra parte, hay también en la novela un recorrido sentimental
por las costumbres y por la gastronomía de una época,
por los botijos de Salvatierra de Los Barros, por la toquilla los
días de frío echada sobre la espalda, por la copitas
de Pedro Ximénez o de Machaquito, por el ajo
blanco y el gazpacho molinero, por los embutidos y el jamón
de Los Pedroches, por las tortas de oveja merina de La Serena, por
los roscos fritos
Toda esta ambientación, para que sea verosímil, exige
una labor previa de documentación. En este sentido, he acudido
tanto a las fuentes escritas (planos de la época, novelas,
libros de Historia, los imprescindibles Paseos por Córdoba
de Ramírez de Arellano,
) como a las orales. Y aquí
me gustaría hacer mención a la ayuda inestimable prestada
por dos personas. Una es Gloria Cuenca Ojeda, fallecida recientemente
y maestra de profesión. Era una cordobesa culta, nacida en
la calle Almonas, con un gran amor por su ciudad, de la que conocía
numerosas anécdotas que ella había vivido o que le habían
contado sus mayores. Era una memoria viva de una época pasada.
La otra persona es mi madre, Eloísa Ruiz Arroyo, quien también
me ha aportado mucho material sobre las costumbres y la gastronomía
de aquella época, sobre todo de Los Pedroches, su tierra.
¿Es el inspector Homero un homenaje velado a Hercules
Poirot y por lo tanto a su creadora Agatha Christie?
Un revólver en la maleta realiza numerosos
guiños a la novela policíaca clásica, especialmente
en la trama de Córdoba, con la presencia de un abanico variado
y abierto de sospechosos que tienen motivos y oportunidades para cometer
el crimen. El lector amante de la novela policíaca va a encontrar
abundantes referencias y pequeños homenajes a esta literatura
de género. Un ejemplo es el nombre del inspector protagonista,
Homero Pérez, cuyas iniciales coinciden con las del famoso
detective belga ideado por Agatha Christie. Sin embargo, no voy a
ser yo el que desvele aquí y ahora estos pequeños misterios
y juegos literarios. Dejo al lector interesado que los busque por
sí mismo.
-¿Qué diferencias encuentra entre las novelas negras
escritas en España con las del extranjero?
Todos hemos aprendido de los grandes maestros ingleses, americanos,
franceses y ahora escandinavos también, pero son más
de un patrón de thriller cinematográfico y detectives
clásicos, que no encajan exactamente en el sistema policial
español y que por eso en el fondo nos resultan un tanto distantes
y fríos. Por eso los grandes del género en España
buscaron singularizarse para encontrar su voz, y es necesario hacerlo
con tanta competencia. Por ejemplo Manuel Vázquez Montalbán
no imitó a Dashiell Hammett o a Raymond Chandler, ingenió
un Carvalho gallego que vivía en la Barcelona gótica
y tenía gustos culinarios mediterráneos. Y por citar
solo otro caso, Francisco García Pavón ideó nada
menos que el jefe de la policía municipal de Tomelloso, casado
y con una hija, manchego total, y con un alias tan romano visigodo
como "Plinio". Hay que singularizarse, es la cuestión,
para llegar a los lectores españoles.
¿Planificó la trama desde el principio?
Sí. La idea de la novela surgió, poco a poco,
en mi cabeza. Poco a poco fui configurando los personajes, la trama,
tomé algunos apuntes y comencé a documentarme para ambientarla
adecuadamente a principios del siglo XX. Cuando consideré que
tenía entidad para convertirse en un libro, pasé a su
planificación. Durante, aproximadamente, dos meses, diseñé
las dos tramas y creé una especie de guion de cada uno de los
fragmentos. Al tratarse de una novela policíaca en la que hay
varios sospechosos y pistas falsas, hay que procurar que todo encaje.
Finalmente, cuando todo estaba planificado, pasé a la redacción
de la novela. En este proceso realicé cambios de escenas, algunos
personajes tomaron mayor entidad de la inicial y otros, al contrario,
perdieron peso.
Su forma de escribir le vincula con los autores clásicos
del género ¿Cuáles son los autores que le han
influido más?
Como he indicado anteriormente, la trama ambientada en Córdoba
es un homenaje a los clásicos, sobre todo a la genial Agatha
Chiristie, a Conan Doyle, a Chesterton, a Edgar Wallace. En el libro
el lector encontrará numerosos guiños y referencias
a la primera época de la novela policíaca y a los narradores
españoles de finales de siglo (Galdós, Baroja), pero
a la hora de escribirla soy deudor de todas mis lecturas, aunque yo
no sea consciente.
En la trama que transcurre en Madrid el lector encontrará influencias
de Valle Inclán y de Eduardo Mendoza, especialmente el de las
novelas ambientadas en la Barcelona de principios de siglo.
La forma de contar la historia con cierta complejidad, dividiéndola
en dos tramas que transcurren paralelas con fragmentos intercalados,
y las técnicas narrativas empleadas han sido aprendidas de
los grandes maestros de los sesenta y de los setenta del siglo pasado:
Mendoza, Vargas Llosa, Juan Marsé, Luis Martín Santos,
Por último, no podría olvidar a Homero y La Odisea,
cuya lectura me marcó desde la adolescencia y que tan presente
está en la novela.
¿Qué aconsejaría a los jóvenes
que empiezan a escribir?
En primer lugar, la humildad. Por muy bien que haga uno las
cosas (o que piense que las hace), debe tener en cuenta que siempre
hay algo que aprender de los demás. La prepotencia (un vicio
muy literario) no es buena compañera de viaje.
Por supuesto, que lean y lean, porque la lectura permite adquirir
cultura literaria, aprender las técnicas del oficio y enriquecerse
con el estilo de otros escritores.
Por último, que escriban siempre por el placer de hacerlo,
nunca por lo que esperan conseguir porque, entonces, la escritura
se convertirá, tarde o temprano, en una servidumbre.