¿Qué va a encontrar el
lector bajo "Pobre"
este título-detonante, qué ha querido trasmitir?
El hilo conductor del poemario es el pesimismo y la crítica
social; la pobreza no es solo económica, que suele ir acompañada
por la dignidad, sino también la pobreza moral. Pero según
iba leyendo lo escrito me di cuenta de que me estaba quedando un libro
demasiado oscuro, y por eso añadí algunos poemas que intentan
hacer sonreír al lector. También he querido hacer un homenaje
a personas concretas que para mí son un ejemplo de vida, como
Carmen Tagle.
¿Cómo ha sido el proceso
de escritura? ¿Tiene manías a la hora de enfrentarse con
el folio en blanco? ¿Quién es su lector cero,
esa persona de confianza que es la primera en leer sus poesías
para darle una opinión crítica?
El proceso de escritura para mí es siempre el mismo.
Hace tiempo escribía por diversión (y ahora también),
y lo hacía detrás de las facturas de la luz, en el correo
publicitario, etc. Llegó un momento, no recuerdo cuándo,
en el que me di cuenta de que pensaba casi en verso; por ejemplo, estaba
charlando con alguien y decía una frase que me llamaba la atención,
o descubría algún dicho gracioso, o alguna expresión
o idea leída en un libro... Pues ahora rápidamente le
cuento las sílabas con los dedos y anoto la idea o frase en un
cuaderno. Antes era un aficionado, ahora soy un profesional porque me
he comprado un cuaderno para escribir poemas.
Respecto al folio en blanco, no tengo manías porque uso un cuadernillo
de páginas cuadriculadas (es broma); cada vez que empiezo una
página pongo en el encabezamiento el nombre de personas que me
inspiran.
Mi "lector cero" es mi padre, gracias a él escribo,
porque mi padre publicaba poemas en una revista literaria (se sabe de
memoria las obras completas de Gabriel y Galán), y así
en mi casa hemos estado siempre en contacto con los versos. A mi padre
lo retiró de la poesía el señor Moncho Borrajo,
porque al ver la facilidad de este hombre para el verso y el relato
se preguntó: "¿pero qué estoy haciendo yo?"
Y dejó de escribir.
Mi padre es el que me dice si algo le gusta o directamente le parece
vacío y sin interés.
Esta es su opera prima que llega a
las librerías, sin embargo, usted lleva mucho tiempo escribiendo,
de hecho fue galardonado con el accésit del certamen Estrofa
Julia, métrica creada por Consuelo Giner. ¿Cómo
ha sabido cuándo era el momento de publicar?
Llevo toda la vida escribiendo, pero hubo un momento importante
para mí que me ayudó a seguir: fue gracias a Leopoldo
Alas Mínguez, que organizó en su programa Entiendas o
no entiendas, de RNE, el certamen Un minuto de amor, y resultó
que mi hermana estuvo entre los tres ganadores ¡y Leopoldo habló
con ella en su programa de radio! Aunque no fuese yo el premiado, me
dio mucho ánimo, y desde entonces Leopoldo Alas Mínguez
es muy querido en mi casa.
Creo que el momento de publicar no lo decide uno, tú envías
un poemario y tienes que encontrar a un editor al que le guste, y esto
es difícil porque es algo muy subjetivo, ya que lo que a mí
me parece bueno, al editor le puede parecer pura filfa.
Zorrilla decía que la métrica
y la rima son las vestiduras regias de la poesía. Es usted un
milimétrico seguidor de ambas, de la sonoridad precisa y del
verso clásico. ¿Por qué hoy en día cuesta
tanto encontrar poetas que apoyen esta escuela?
La métrica no es solo una estructura estrófica,
sino que está pensada para dar sonoridad y cadencia a los versos
y que resulten así agradables al oído. No es que Petrarca
o Garcilaso se levantasen una mañana y se dijeran: voy a encorsetar
mi pensamiento y a someter mis ideas a las reglas que me parezcan. ¡No!
Ellos recogen la tradición clásica griega y latina y la
van adaptando al tiempo en el que viven.
Hoy en día predomina el verso libre, y para que este sea poesía
debe tener gran hondura el sentimiento que expresa; siempre pongo como
ejemplo el poema Autobiografía, de Luis Rosales, que es
verso libre, pero de un nivel inalcanzable para mí por mucho
que escriba. En la actualidad abunda el verso libre y entre tanta polvareda
perdimos a don Beltrán.
No cabe duda de que una baza importante
de su obra es el sentido del humor y la crítica social.
Sí, o al menos lo intento. Tanto la ironía como
la crítica social siempre han estado ahí, desde los libelos
satíricos que se pegaban anónimamente en las calles de
Roma hasta el soneto Me niego a hacer sonetos..., de José María
Fonollosa, pasando por hombres a su nariz pegados o por Miguel Hernández.
Eso sí, les digo que antes que mi pobre libro lean a cualquiera
del Siglo de Oro.
Recomiéndenos un poemario que
le haya deslumbrado últimamente y otro que sea su libro de cabecera.
He descubierto al poeta Luis García Arés, y me ha
impresionado. Recomendaría su libro "El Santo Rosario en
sonetos" por su originalidad y por no someterse a las modas o tendencias
y cultivar de nuevo la poesía mística tan importante en
nuestro país.
Uno de mis libros de cabecera es la poesía completa de Quevedo
(no el rapero, que ya le vale llamarse así).
¿Cómo definiría
la poesía?
Después de Bécquer, ¿quién se atreve
a contestar a esta pregunta?
Diciembre, 2023
Pobre
Jeremías Asensio
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Coleccción Anaquel de Poesía, nº 133
I.S.B.N: 978-84-18997-52-5
70 páginas 14,00€
Jeremías Asensio nos ofrece versos sinceros y sin ambages en donde sentimos que lo fundamental no está en contar cosas importantes sino en hacer importante cualquier cosa. Un libro para pensar, reír y disfrutar de la sonoridad y magnificencia de la rima y la métrica... <<Más>>