Un título magistral Tratado
de egoísmo para una obra que destila afecto al arte
y desolación ante el desamor.
No creo que se pueda aspirar a hacer arte sin amar el arte,
claro. Si no, ¿para qué? Y como además pienso
que somos la suma de nuestras influencias, no trato de huir de ello,
y dejo que se cuelen en mis poemas algunas de las cosas que amo, desde
obras musicales hasta novelas, cómics o películas. Por
otro lado, el libro refleja entre otras vivencias el proceso de encontrar
el amor, y eso marca su evolución desde el primer al último
poema
si hay desolación ante el desamor es
posiblemente como un poso, los restos de una situación inicial:
mi visión del poemario es como una línea trazada desde
la soledad hasta el amor, y quiero pensar que (atención, spoiler)
tiene un final optimista.
Inevitable fijar la atención en una cubierta tan contrastada
y acertada. Y para los amantes fetichistas de los libros, indicar
que no sólo huele a tinta, sino que además tiene tacto
de melocotón. ¡Qué tentación!
La cubierta es una ilustración de Alex Malikov,
un artista ruso que trabaja la fotografía y el retoque de la
imagen. Fue una de las propuestas de Alicia Arés durante el
proceso de edición, que rápidamente me sedujo por lo
impactante de esa figura vendada, y porque me parecía que expresaba
bien ese concepto del egoísmo entendido como soledad
e introspección.
¿Qué va a encontrar el lector tras este título
tan peculiar?
Siempre me ha obsesionado la idea de que la poesía es
una de las formas más puras de introspección. No la
concibo como una rama literaria, sino como cualidad de las cosas:
puede encontrarse en una película, en una fotografía,
en una escultura
No hay más que fijarse en el teatro
de Lorca para entender que la poesía va mucho más allá
del verso. Y cuando hay poesía en una obra, invariablemente
hay un autor dejando en ella una parte esencial de sí mismo.
Por eso creo que, en el fondo, toda obra poética es en cierto
modo un tratado de egoísmo.
¿Cómo definiría en cinco palabras su estilo
poético?
Como crítico de cine, creo firmemente que no es
al autor al que le corresponde definir su obra, sino que son los demás
quienes le pondrán las etiquetas que consideren adecuadas
Si acaso, y para que esta respuesta no parezca del todo la de un político
dando evasivas, puedo pensar en cinco palabras que intenten explicar
de dónde nace lo que escribo: digamos soledad, amor, juego,
música, búsqueda.
Llama poderosamente la atención cómo cuida la
métrica, la rima y la estructura de sus poemas. ¿Cuánto
importan estas características en la poesía del siglo
XXI?, y ¿por qué cree que se descuidan tanto?
Creo que, como pasa en todas las artes, existe un deseo
de rebeldía juvenil, de matar al padre y declarar
que las reglas están obsoletas. Y eso está bien, así
es como evolucionan las artes, pero no puede convertirse en un todo
vale. Para destruir las reglas primero hay que dominarlas, entenderlas
y comprender cuál es su papel. Hoy en día se confunde
el verso libre con darle a la tecla de ENTER aleatoriamente, y da
igual dónde acaba un verso y comienza el siguiente. Por mi
parte, no creo dominar aún las reglas lo suficiente como para
pretender destruirlas sistemáticamente. Aunque muchos de mis
poemas no tienen rima, sí siento la necesidad de que tengan
ciertos ritmos y estructuras. Y además, me parece que eso le
añade un componente de juego y disfrute al proceso de escritura
y, espero, también a la lectura.
¿Cómo llega a la poesía un redactor
y crítico cinematográfico?
En realidad el camino es más bien inverso. Llevo
escribiendo poesía desde el instituto, y a la crítica
llegué más tarde. Creo que mis dos vocaciones han sido
siempre el cine y la escritura, y al final la crítica y la
poesía son dos disciplinas que permiten conjugar esos dos vicios
míos: la imagen y la palabra.
El año pasado fue uno de los periodistas enviados
a cubrir el Festival de Cannes ¿Puede considerarse esto un
acto poético?
No sé si poético, pero quiero pensar que
la crítica, en general, es una forma de resistencia cultural:
hay un componente en toda labor crítica de rescatar para el
espectador las obras valiosas que, de otro modo, podrían pasar
injustamente desapercibidas. De ayudar a difundir el arte que merece
ser difundido, y que no siempre llega con facilidad al gran público.
Películas como Paterson (un film que trata
claramente el tema de la poesía y la vida cotidiana) nunca
llegan al gran público ni a los Premios Oscars. ¿Por
qué cree que sucede esto?
Los premios son lo que son, y en especial los Oscars
representan exactamente al cine de gran público. Al cine más
vendible y visible, y que no necesita mayor notoriedad que la que
ya le da el mercado. Ojo, eso no significa que no haya películas
excelentes entre ese cine de gran público, igual
que hay obras malas en el cine minoritario
pero los grandes
premios dejan fuera un altísimo porcentaje del cine de autor,
que a menudo es más libre, más arriesgado en sus propuestas,
y menos encorsetado y encadenado a los manuales de guion y puesta
en escena. Al final Paterson, como la propia poesía,
es una obra para quien la busca, porque la industria no favorece que
uno se la pueda encontrar por azar en los escaparates.
Tratado
de egoísmo Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, nº
80 Nos adentramos en esas inflexiones que hacen de la vida una conjunción imposible entre el espejo y la realidad... <<Más>> |