¿Qué va a encontrar el
lector en Todo
es posible y no? ¿De dónde surge el título?
Con este libro no puedo ofrecer al lector ninguna certeza;
más bien, me gustaría invitarle al terreno de la duda.
Quisiera que se sumerja conmigo en las aguas pantanosas de la contradicción,
ayudarle a descubrir todo un mundo de posibilidades. El título
Todo es posible y no surge del hallazgo de la única
conclusión a la que he llegado tras la escritura del poemario:
la de que todo es, a la vez, real e imaginario, que todo tiene poca
y, a la vez, demasiada importancia.
En el prólogo Rafael Espejo comenta que usted quiere
un mundo sin trampas, sin más dimensión que la de los
sentimientos. Y quiere, además, ponérselo difícil,
remontar cuantas adversidades le salgan al paso en el proceso para así
hacerse fuerte. Suena a que es usted extremadamente sensible, ¿es
por eso por lo que escribe poesía?
Creo que sí es necesario cultivar una cierta sensibilidad
para escribir poesía. Y el mundo frívolo en el que vivimos
nos lo pone difícil. Emocionarse ante la belleza, poner mucha
atención en el detalle, sentir miedo a lo desconocido o dejarse
guiar por un impulso sincero, son cosas pasadas de moda. Estamos acostumbrados
a vivir detrás de una máscara, nos aterra la idea de exponernos
con honestidad. Y a los que somos demasiado sensibles nos cuesta encontrar
nuestro lugar en el mundo, nos cuesta encajar en la sociedad de las
verdades a medias. Por eso, quizá, buscamos un vía de
escape, una forma de conexión con el fondo de nosotros mismos.
Para mí esta conexión sucede a través de la poesía.
¿Cómo convencer a los que dicen que no leen poesía
porque no la entienden?
Para leer poesía no hace falta entenderla. Ni siquiera
creo que haga falta para escribirla. Uno se puede acercar a un poema
como un ejercicio más emocional que intelectual, disfrutar del
sonido de las palabras, de los versos, de cada imagen. La poesía
tiene una capacidad de trasladarnos a terrenos oníricos y es
mejor rendirse y dejarse llevar: sin resistencia, sin miedo, vaciando
la mente de expectativas. Siempre vamos a encontrar versos incomprensibles
pero no importa, porque otros provocarán una mágica sugestión
hacia los laberintos de nuestra propia memoria.
Es usted meticulosa y muy cuidadosa eligiendo cada palabra
de los versos. ¿Es un reflejo de su forma de ser?
Definitivamente no. Más bien se me acusa de mi falta de
método para enfrentarme a los quehaceres cotidianos. Soy dispersa,
desordenada y me cuesta concentrarme en una misma tarea durante mucho
tiempo. Mi forma de ser es más intuitiva que racional.
¿Cuál es su metodología en el proceso
de creación?
Para crear un poema lo hago siempre desde la búsqueda:
me hago preguntas, imagino posibilidades. Dedico mucho tiempo hasta
encontrar la palabra exacta que, sin embargo, suele aparecer cuando
menos lo espero, cuando me separo del texto. Confío plenamente
en la intervención del azar en el proceso creativo; y no me avergüenzo
de ello, al contrario, disfruto muchísimo ante un hallazgo casual.
Por ejemplo, muchas veces utilizo palabras recortadas de revistas que
extiendo sobre mi mesa, las muevo sin orden hasta que aparece ante mis
ojos el verso que me faltaba.
¿Cómo ve el papel de la métrica y la rima
en la poesía contemporánea?
En la poesía contemporánea resulta raro encontrar
versos que rimen. Sin embargo sí aparecen ciertas métricas
en muchos poetas de hoy, de una forma, quizá, menos rígida,
pero que denota la influencia de lecturas tradicionales. Creo que no
es necesario el rechazo a la métrica o a la rima en la poesía:
pueden convertirse en poderosas herramientas de experimentación
y de ejercicio literario.
Además de poeta, es usted fotógrafa. ¿Son
sus poesías una forma de encerrar la imagen, y las fotos una
voz en relieve?
Bajo mi punto de vista la fotografía y la poesía son dos
formas de expresión muy similares. Ambas tratan de contar el
mundo a través de lo mínimo, de la palabra exacta o del
momento preciso. Escribir un poema o hacer una foto son ejercicios de
síntesis, de búsqueda de lo esencial: son una forma de
renunciar a todo lo innecesario. Para mí escribir una novela
o hacer cine pertenecen a otra esfera completamente distinta de la creación
en la que, de momento, nunca me he atrevido a adentrarme.
¿Qué recomendaría a los jóvenes
que empiezan a escribir?
Les recomendaría que no hagan demasiado caso de los consejos
de otros escritores. Que se dejen llevar por su propia intuición,
que ya habrá tiempo de corregir, de cambiar de normas, de sentir
vergüenza. Les diría que lean todo lo que puedan y que vivan
el ejercicio de escribir como un juego, que experimenten sin miedo,
que no abandonen el entusiasmo y que no se dejen influenciar por una
crítica destructiva.
Todo
es posible y no Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº
51 Julieta Pellicer juega con las palabras, con el propio concepto de la poesía y la vida para empezar de cero. Quiere un mundo sin trampas, sin más dimensión que... <<Más>> |