¿Cómo nació
"Olivas negras"?
Mi novela "Olivas negras" surgió de un modo
curioso e interesante: como un reto con mi amigo Félix Ángel
Moreno para escribir cada cual una novela puramente policiaca, y ver
lo que nos deparaba el destino. Y en efecto, Félix también
ha publicado la suya, "Un
revólver en la maleta".
¿Qué le impulsa a escribir y enfrentarse
al folio en blanco?
Por suerte no tengo aún el problema del folio en
blanco (aunque cruzo los dedos). Para bien y para mal, poseo bastante
mundo interior, y sólo tengo que sentarme ante el ordenador
o ante el papel para plasmarlo poco a poco. También es cierto
que una novela de 200 ó 300 páginas es un pozo sin fondo,
y a veces a uno le cuesta seguir hilvanando ideas.
¿Qué hay en su novela de novela negra y qué
hay de policial?
Creo que la novela policíaca es más un juego
literario, de misterio a estilo de Agatha Christie o Arthur Conan
Doyle, para descubrir quién fue el asesino, cómo lo
hizo, etc. La novela negra sería otra cosa más profunda,
que trata lacras sociales, tragedias familiares y dramas de la época,
a lo Dashiell Hammett por ejemplo. En ese sentido, "Olivas negras"
es una novela negra, pues trata crímenes con un fondo trágico
social y familiar, y si queremos es además una novela policial
porque los protagonistas investigadores son policías, como
suele tratarse en este género.
A pesar de ser andaluz, eligió Madrid como escenario
donde situar su historia. ¿A qué se debe?
La gran ciudad me parece el escenario ideal para situar historias
truculentas y de cierta envergadura, más difíciles de
explicar en provincias tranquilas, que además pueden tener
más difusión ambientadas en la capital. Además
Madrid siempre representó para mí la literatura, la
libertad, las posibilidades de creación; por ejemplo la mayoría
de los miembros de la Generación del 98 y la del 27, entre
otros muchos autores del pasado, no eran de Madrid, pero acudían
todos a Madrid. Dicen que ahora con las nuevas tecnologías
la situación ha cambiado, pero yo creo que la vida en el fondo
no cambia tanto..
¿Cree que sus personajes el inspector Leiva y su
ayudante Carla Ruiz son el prototipo de policías españoles?
Intenté hacer durante años dos personajes verídicos,
incluso vivos, pero sabiendo que sólo son personajes literarios.
No pretendí que fueran fieles prototipos de policías
reales, porque Leiva es bastante sarcástico y arrastra un pasado
trágico, y Carla Ruiz resulta un poco díscola e histérica,
además de muy atractiva físicamente. La mayoría
de los profesionales en cualquier labor serán más prudentes
y aburridos. Lo que pretendí fue que Leiva y Carla formaran
un dúo explosivo y atractivo para el lector. Y además
ese tipo de personas existe, puedo asegurarlo.
Su novela "Olivas negras" se desarrolla a un
ritmo trepidante, en una sola noche (la de Nochevieja) se cometen
los crímenes y se resuelven. Aun así usted encuentra
tiempo para hablarnos de sus vidas personales. ¿Hasta qué
punto el personaje es más importante que la acción?
En una novela lo fundamental debe ser la historia, si
queremos la acción, para que funcione. Ahora bien, me decanto
por novelas de personajes más que de argumento, que prefiero
sencillo, aunque con sus giros y detalles hasta el final. Son los
personajes los que deben llevar adelante la historia, tanto la pareja
protagonista como los villanos antagonistas que cometen los crímenes.
-¿Qué diferencias encuentra entre las novelas negras
escritas en España con las del extranjero?
Todos hemos aprendido de los grandes maestros ingleses, americanos,
franceses y ahora escandinavos también, pero son más
de un patrón de thriller cinematográfico y detectives
clásicos, que no encajan exactamente en el sistema policial
español y que por eso en el fondo nos resultan un tanto distantes
y fríos. Por eso los grandes del género en España
buscaron singularizarse para encontrar su voz, y es necesario hacerlo
con tanta competencia. Por ejemplo Manuel Vázquez Montalbán
no imitó a Dashiell Hammett o a Raymond Chandler, ingenió
un Carvalho gallego que vivía en la Barcelona gótica
y tenía gustos culinarios mediterráneos. Y por citar
solo otro caso, Francisco García Pavón ideó nada
menos que el jefe de la policía municipal de Tomelloso, casado
y con una hija, manchego total, y con un alias tan romano visigodo
como "Plinio". Hay que singularizarse, es la cuestión,
para llegar a los lectores españoles.
¿Qué escritores del género le han influenciado
más?
De los europeos, Simenon por la prodigiosa soltura de sus novelas
y Arthur Conan Doyle, seguramente inventor del mejor detective del
mundo, Serlock Holmes. Entre los americanos, Dashiell Hammett por
su magistral estilo conciso y James Ellroy, que supo convertir el
trauma por la tragedia del asesinato de su madre en un éxito
mundial. Sobre los españoles, Lorenzo Silva creo que dio en
la diana con su pareja mixta de guardias civiles para investigar casos
nacionales y cotidianos de la actualidad; Juan Madrid es un maestro
del estilo conciso en español y de ese ambiente hiperrealista
de bares y calles madrileñas; y Domingo Villar entre lo más
reciente, sus dos novelas "Ojos de agua" y "La playa
de los ahogados" me parecen auténticos manuales de cómo
escribir buena novela policíaca española en la actualidad.
¿A qué atribuye el actual éxito de
la novela negra?
La novela policiaca siempre fue popular, desde Edgar Alan Poe
y Arthur Conan Doyle en el siglo XIX, por sus dosis de misterio y
crimen. Ahora bien, la novela negra surgió en Estados Unidos
a raíz de la Depresión de 1929, y eso me induce a creer
que la novela negra se desarrolla en las épocas de gran incertidumbre,
como el cambio al siglo XXI y la gran crisis actual que le ha seguido.
La novela negra refleja épocas negras, y ahora estamos inmersos
en una. A veces pienso que la novela negra originaria española
es la novela picaresca.