Su última obra "Las voces encendidas"
nos pone de manifiesto un sentimiento tan molesto y tan poco tratado
en poesía como es la culpa y la conciencia. Cree que seríamos
más felices sin ella o bien que es precio que hay que pagar
por el raciocinio que define al ser humano.
La conciencia forma parte esencial del ser humano, y es sin
duda una de las cualidades que más nos dignifican. Aunque duela,
debemos escuchar siempre la voz de nuestra conciencia, y tratar de
darle una respuesta en la medida de nuestras posibilidades, pero,
como en todo, también en lo que se refiere a la conciencia
hay que tener cuidado con los excesos. Desde el mismo concepto del
pecado original, nuestra cultura judeocristiana ha transformado con
demasiada frecuencia la conciencia en un sentimiento de culpa permanente
que, lejos de hacernos crecer, nos limita y nos frustra. Somos más
felices cuando sabemos dar respuesta adecuada a la voz de nuestra
conciencia; somos muy desgraciados cuando caminamos vencidos por el
sentimiento de culpa. Sobre la búsqueda de este equilibrio
es sobre lo que trata "Las voces encendidas".
¿Cómo es su rutina a la hora de escribir?
O eres más de inspiración, del aquí te pillo
aquí te escribo.
En mi vida, en general, la palabra rutina no existe. Lo
mismo ocurre con la poesía. Escribo cuando tengo necesidad,
cuando surge eso que llaman inspiración y que tiene mucho que
ver con la iluminación de una idea, un sentimiento, una percepción,
en medio de la confusión que lo rodea todo. Otra cosa es la
elaboración de un libro, que tampoco necesita de rutinas, sino
más bien de la inmersión, durante días o semanas,
en el universo de ese libro para seleccionar poemas, reescribirlos
y darles una cierta unidad de conjunto. Son dos momentos distintos,
el de la creación pura, en cualquier momento y en cualquier
situación, y el de la reelaboración poética,
que piden sobre todo intensidad.
¿Dicen que en literatura quien no es hijo de alguien,
es un hijo de puta ¿Cuáles son sus padres literarios?
¡Hay tantos! La lista es absolutamente inmensa. Citaré
sólo a San Juan de la Cruz, a Bécquer, a Juan Ramón
y a don Antonio Machado, siendo consciente de la tremenda injusticia.
Y ¿qué poetas actuales te interesan?
Me siento muy identificado con toda la escuela castellana
que representan Antonio Colinas, José María Muñoz
Quirós, José Luis Puerto o Fermín Herrero, siguiendo
también las huellas de Claudio Rodríguez. José
Hierro, Francisco Brines, Pablo García Baena, Clara Janés,
Ángel González y José Agustín Goytisolo
(faltan muchos más, desde luego) van siempre conmigo..
¿Está de acuerdo con los últimos cambios
propuestos por la Real Academia de la Lengua?
Sólo (con acento) en algunos casos. Lo del guión
como monosílabo y sin acento es verdaderamente un disparate.
Pero tampoco soy excesivamente crítico. La lengua está
viva y, como todo lo que vive, tiene sus virtudes y sus perversiones.
El día en que se aceptó álgido por caliente y
enervar por ponerse nervioso dimos carta de autenticidad al abuso
lingüísticos de las mayorías malhablantes.
¿Cómo definiría la felicidad?
La felicidad se parece mucho a la paz, pero tiene un punto
de emoción, de brillo, de iluminación añadido.
Casi diría que la felicidad es un sentimiento de paz encendido.
Y se produce cuando el alma toca la belleza.