Su nuevo poemario El
eco de las voces es un homenaje a todas aquellas influencias
que nos configuran, a todo aquello que nos ha convertido en creadores.
¿Retoma el tema de su anterior poemario Anónimos en donde
también agradecía a todos aquellos transmisores de literatura?
En cierto modo, El eco de las voces tiene mucho del poemario
anterior, pero creo que va más allá en cuanto a mi relación
con la literatura y con el contexto histórico y social en que
vivimos. Muchos de los poemas son agradecimientos a determinadas personas
que de una u otra manera me han influido en mi creación poética,
al igual que sucedía en Anónimos.
Con este nivel de agradecimiento, incluso
a la literatura popular y anónima, ¿qué opinión
le merecen aquellos que plagian?
Considero el plagio como una intención deliberada en
la copia de textos de otros creadores. En ese sentido, todo mi rechazo
al plagio. Sin embargo, el escritor no surge de la nada, sino que se
instruye, lee e inevitablemente se ve influido por todas esas referencias
que van conformando su obra. Como apunto en el epílogo, para
Osip Mandelstam «El poeta es el maestro del eco», es decir,
el reflejo de todas sus influencias. Por tanto, es posible encontrar
en todas las obras reminiscencias de obras anteriores, sean clásicas
o no. La estrategia del escritor estriba en ofrecer esas semejanzas
con originalidad.
Para explicar estos datos baste un ejemplo de mi propia poesía:
en Anónimos apareció este corto poema sin título:
A veces llega el miedo / de improviso, sin espera, / se sienta a
tu lado, / se aloja en tu espalda / y, con rodeos, se burla / de tu
inocencia. Al poco tiempo de aparecer este libro releí
Las personas del verbo de Jaime Gil de Biedma y me encontré
con su poema El miedo sobreviene que rápidamente
me recordó mi poema. No sé hasta qué punto tuvo
su influencia en él.
Sabemos que es una pregunta complicada,
pero ¿cómo definiría usted la poesía?
Muy complicada, diría yo; pues en la literatura moderna
los géneros literarios clásicos se confunden considerablemente.
No sirve señalar que el verso, en el plano formal, es el germen
de la poesía, ya que existe la prosa poética; tampoco
podemos decir que el recurso de las figuras literarias es lo que la
identifica, porque eso mismo lo encontramos en la novela, en el artículo
periodístico o en cualquier otro género.
Desde mi punto de vista, poesía es el grado de intensidad con
que utilizamos las palabras hasta el punto de provocar en el lector
el llamado extrañamiento o la evocación de sugerencias
que no tienen por qué coincidir con los motivos que originaron
el poema.
A esa definición, un tanto aséptica, se une mi relación
con el mundo que nos rodea y mis evidentes demostraciones de inconformismo
ante la injusticia, la falta de solidaridad o el abuso de poder y mi
gratitud a otros escritores y amigos.
¿Qué le mueve a escribir?
Stefan Zweig señala en El mundo de ayer que no eran
necesarios visados ni pasaportes para viajar por el mundo antes de la
Primera Guerra Mundial. Ahora este mundo se hace cada vez más
insolidario y falto de libertades. La depredación de los países
desarrollados hacía el resto es alarmante y origina la destrucción
constante y no solo de las libertades de movimiento, lo estamos viendo
hoy mismo en declaraciones de los grandes países para evitar
el cambio climático. La evolución de la tecnología
5 G augura un constante bienestar para todos los ciudadanos, pero cada
vez nos acercamos más a las distopías de Orwell y de otros
aventajados ilustradores de una supuesta ficción. Basta observar
cómo llega a los medios de comunicación información
falsa para condicionar nuestra opinión o cómo debemos
aceptar condiciones, normas y publicidad si deseamos continuar utilizando
nuestro móvil, convertido por las circunstancias de relación
interpersonal en una necesidad.
En ambos casos estamos condicionados a un uso de esos medios con actitud
crítica y a no dejarnos embaucar con supuestos parabienes.
Dedica un poema a los heterónimos,
un interesantísimo recurso creativo. ¿Es la poesía
un baile de máscaras?
Heterónimos es un homenaje a Fernando Pessoa
y su poesía camuflada en otros supuestos escritores que no dejan
de ser él mismo, pero también surgió tras leer
las cartas que el autor le dedicó a su amada Ofelia. Pessoa decía
que «el poeta es un fingidor», hasta tal punto que finge
el dolor, aunque este sea real.
El poeta no deja de ser él mismo en todas sus creaciones, sean
mera impostura o no y ello dice mucho de él mismo.
En mis poemas plasmo mis emociones y mi visión del mundo a cara
descubierta y con libertad, como digo en un poema «con absoluta
integridad».
El lector agradece su epílogo
en donde explica la esencia del poemario y resuelve dudas. ¿Cómo
surgió el incluirlo?
Siempre digo que añado ese epílogo por mi relación
con mi tarea docente y ofrecer así una explicación de
los motivos que han dado origen a los poemas; si bien la intención
de aclarar el contenido de los poemas fue inicialmente una idea de mi
amigo Juan Carlos Mestre, pues cuando leyó Anónimos me
sugirió que sería necesario aclarar el sentido de algunos
poemas antes de su publicación. Esa idea la he repetido ahora
para El eco de las voces.
Por deferencia al lector de poesía lo he incluido como epílogo
y sugiero que se lea o no dependiendo de su elección.
¿Es cierto que la poesía
es un género minoritario?
Respecto de otros géneros como la novela o el ensayo, creo
que sí; aunque hay evidentes muestras de lo contrario al comprobar
los catálogos de algunas editoriales que se dedican a la poesía:
Cuadernos del Laberinto, Valparaíso, Vaso roto, Visor, Pre-textos,
Bartleby, o las autoediciones de jóvenes que buscan un hueco
en el mundo literario.
¿Ya no se estila la rima y el
metro?
Efectivamente, no es imprescindible para esa definición
de poesía que señalo más arriba.
Eso no impide que leamos con interés y devoción a los
autores clásicos o modernos que la utilizan.
En mi caso solo he recurrido al verso blanco métrica regular
sin rima en el largo poema Blancura, por homenaje
a Piedra de sol de Octavio Paz, y por la evocación a algunas
imágenes de los cuentos de Jack London.
Tengo amigos que sí utilizan la métrica clásica
y sus poemas son realmente bellos. Como mi querido nonagenario Antonio
Muñoz Frías, que hace poco ha publicado Sonetos que al
alma sanan en la editorial Alfasur, o mi amiga Noemí Andrés,
aún inédita y que es partidaria del uso del metro clásico
por obligarse torturarse dice a ello.
¿Con quién le gustaría
irse de cañas?
Con mis amigos, por supuesto.
Recomiéndenos un libro de un
poeta actual.
Basilio Sánchez es el último premio Loewe y ha escrito
un libro muy interesante donde mezcla la naturaleza y el amor: He
heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, publicado por Visor.
(Fuente de la entrevista:
Revista Almiar)
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