Llega a las librerías de toda
España
Y más allá de mi vida
su nuevo poemario. ¿Qué va a encontrar el lector tras
este sugerente título?
Un libro consagrado, literalmente, a celebrar el amor. El
amor verdadero, que es el perdurable, de ahí el título
del poemario. Hay quien dice que el amor es una enajenación mental
transitoria. Se equivoca. O se confunde con otra cosa. El amor verdadero
transforma la realidad con un efecto duradero, sereno y firme. Si no
fuera así no habríamos sabido de la pasión que
unió a Aurora y Titono, a Dido y Eneas, a Shakespeare o Cernuda
con sus amores, aunque fueran secretos.
Precisamente porque el amor verdadero, el que se erige imbatible frente
a las miserias de lo efímero, es el de largo aliento. Ya lo dijo
Benedetti: Después de todo qué complicado es el
amor breve / y en cambio qué sencillo el largo amor / digamos
que éste no precisa barricadas / contra el tiempo ni contra el
destiempo / ni se enreda en fervores a plazo fijo / el amor breve aún
en aquellos tramos / en que ignora su proverbial urgencia / siempre
guarda o esconde o disimula / semiadioses que anuncian la invasión
del olvido / en cambio el largo amor no tiene cismas / ni soluciones
de continuidad / más bien continuidad de soluciones
.
Y en mi caso, tras una infructuosa búsqueda en la más
oscura confusión vital, en el momento en el que tuve la fortuna
de conseguir convertirme en mí mismo (Ojalá llegues
a ser el que eres, dijo Píndaro), encontré ese amor.
Por ello celebrar tal hallazgo, tal plenitud se convirtió en
algo de asombrosa naturalidad en mi poesía en la que los versos
fluían intensamente.
Su anterior poemario Lo que queda es la antítesis
de este nuevo que ahora presenta ¿Qué le ha sucedido para
dar un giro de 180º, cómo se recupera esa esperanza perdida?
No diría yo que ese poemario sea la antítesis de
éste. Es sólo otra visión, si se quiere complementaria,
de la existencia.
Lo que queda siempre es lo que aún tenemos pendiente de hacer;
también es el tiempo que nos resta en esta realidad difusa que
llamamos vida; y lo que queda aún es, además, lo que dejaremos
hecho cuando ya no estemos en estas dimensiones.
El hecho es que aquel libro nació de la proximidad real, del
enfrentamiento concreto con la muerte, no como hecho meramente existencial
sino como peripecia estrictamente personal. Recibir un diagnóstico
médico adverso con la fecha concreta de la posible caducidad
del autor se convirtió en el deus ex machina de aquellos versos.
Sin embargo creo que no encerraban desesperación alguna sino
muy al contrario una contemplativa admiración en cuya última
sombra asomaba el resplandor de mi pasión por la vida. No en
vano aquel libro es parte de mi trilogía Heroísmo
que aborda la heroicidad cotidiana de los que resisten construyendo
la existencia en la belleza.
De modo que esa misma pasión ocupa ahora los poemas de
Y
más allá de mi vida, siendo ahora su deus ex machina
otra experiencia personal sanadora y salvífica, profunda como
una sonda oceánica, en esta ocasión el amor de largo aliento
y enfebrecida serenidad.
¿Ha descubierto que la tragedia y el drama no son amigos
del amor?
El amor es amigo de todo aquello que es auténtico y sentido
con plenitud. Tragedia y drama también pueden estar en lo más
íntimo del amor. Y digo del amor, no del desamor, donde parece
más obvio que habiten tragedia y drama.
La existencia humana está sometida a caducidad. Tampoco es cosa
estrictamente mala, recordemos otra vez a Aurora y a Titono. Bien está
que así sea para que la longitud de la existencia y la intensidad
vital en lo que fuimos puedan acompasarse dulcemente sin las amenazas
del agotamiento y el hastío. Pero claro, la conciencia de que
somos efímeros, cuando amamos de verdad, se convierte en algo
trágico. Saber que en algún momento tendremos que separarnos
de lo amado, lo que dio sentido a nuestra existencia es terrible, pero,
como digo, es íntima parte del amor, el amor verdadero, no el
falsa y artificialmente creado en una descabellada idealización.
En todo caso ese drama del amor, nadie como Cernuda lo ha descrito con
mayor emoción en su poema en prosa Escrito en al agua
(de su libro Ocnos).
Y más allá de mi vida es un
bello recorrido por la celebración del amor, por el optimismo
y la confianza en sí mismo y en el otro. Suena a que está
pasando un momento único y feliz ¿Se arrepiente del pasado
o hay que cargar con él para lograr la dicha con conciencia?
Creo que es normal que uno se arrepienta siempre de alguna cosa concreta,
de algo hecho o, más a menudo incluso, de algo que no hicimos.
Eso es sano. Pero lo que no comparto es arrepentirse del pasado
como de un todo. ¿Qué es el pasado sino estrictamente
nosotros? No otra cosa, somos nuestro pasado. Y uno no debe
jamás arrepentirse de sí mismo. Por eso tampoco comparto
el verbo cargar con el pasado. El pasado nos conforma y
se lleva, no como una carga sino como un alimento, una reserva de energía,
una sabiduría que nos anuncia las luces y las sombras para guiarnos
en el camino que se extiende a cada paso delante de nosotros.
Eso sí, en efecto vivo una felicidad única e intensa
en la actualidad, una confianza a pecho descubierto en mí mismo
y en la persona que amo, que permite dejar las corazas, blindajes y
armaduras para que se oxiden en ese desván al que uno nunca regresará
a por ellas. Por eso me siento alegremente desbordado. Porque el amor
verdadero tiene siempre algo de desmesura, de no guardarse nada, de
no escatimar lo más mínimo. El amor verdadero es más
cigarra que hormiga, jamás ahorra emociones, las consume con
entusiasmo. Pero porque sabe que son inagotables, renovables como el
viento, el sol y las mareas.
¿Sigue siendo la poesía un arma cargada?
Cargada
de futuro, dijo el poeta. En fin, lo acepto como bella
metáfora de uno de nuestros grandes escritores recientes, pero
no me gustan las armas. He trabajado años en su erradicación
y sigo pensando que la única arma buena es la que no existe.
Digamos que la poesía para mí es un sueño, una
promesa, una iluminación para avanzar hacia el futuro.
¿Qué opinión le merece la métrica
y la rima en la actualidad?
Realmente me merecen la misma opinión que cuando se usaban con
más profusión hace unos años y siglos. Métrica
y rima, tanto como el verso blanco o el libre han existido desde el
comienzo mismo de la lírica, son meras representaciones de la
emoción que transmite el poeta. También podemos considerar
la poesía visual, la sonora. Todo ello no son sino vías
de expresión que ni suman ni restan ni son necesarias siempre
ni sobran en todo poema. Lo único que es indispensable en la
poesía (y en cualquier expresión artística, creadora)
es la autenticidad, sea en dísticos o en hemistiquios sin medidas.
Pero esa autenticidad, en el caso de la poesía, está bien
que se sirva del lenguaje universal que es la musicalidad. Por eso podemos
reconocer claramente un poema aunque esté escrito en prosa. Hay
algo de música en la profundidad de las palabras que las convierte
en poemas. Y la misteriosa, arcana labor del poeta es, precisamente,
sacar a la luz para todos eso que estaba oculto tras la realidad y el
propio lenguaje, en un poema. Su formato es lo de menos.
...Y
más allá de mi vida Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº
54 « Y MÁS ALLÁ DE MI VIDA», es un libro de amor celebrado, habitado por versos optimistas, vitales, apolíneos que son el testimonio del despertar del antiguo temor reverencial de su autor... <<Más>> |