Entrevista al poeta Jaime Alejandre

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Entrevista a Jaime Alejandre
El amor verdadero transforma la realidad con un efecto duradero, sereno y firme.
Jaime Alejandre

—Llega a las librerías de toda España “…Y más allá de mi vida” su nuevo poemario. ¿Qué va a encontrar el lector tras este sugerente título?
—Un libro consagrado, literalmente, a celebrar el amor. El amor verdadero, que es el perdurable, de ahí el título del poemario. Hay quien dice que el amor es una enajenación mental transitoria. Se equivoca. O se confunde con otra cosa. El amor verdadero transforma la realidad con un efecto duradero, sereno y firme. Si no fuera así no habríamos sabido de la pasión que unió a Aurora y Titono, a Dido y Eneas, a Shakespeare o Cernuda con sus amores, aunque fueran secretos.

Precisamente porque el amor verdadero, el que se erige imbatible frente a las miserias de lo efímero, es el de largo aliento. Ya lo dijo Benedetti: “Después de todo qué complicado es el amor breve / y en cambio qué sencillo el largo amor / digamos que éste no precisa barricadas / contra el tiempo ni contra el destiempo / ni se enreda en fervores a plazo fijo / el amor breve aún en aquellos tramos / en que ignora su proverbial urgencia / siempre guarda o esconde o disimula / semiadioses que anuncian la invasión del olvido / en cambio el largo amor no tiene cismas / ni soluciones de continuidad / más bien continuidad de soluciones…”. Y en mi caso, tras una infructuosa búsqueda en la más oscura confusión vital, en el momento en el que tuve la fortuna de conseguir convertirme en mí mismo (“Ojalá llegues a ser el que eres”, dijo Píndaro), encontré ese amor. Por ello celebrar tal hallazgo, tal plenitud se convirtió en algo de asombrosa naturalidad en mi poesía en la que los versos fluían intensamente.

—Su anterior poemario “Lo que queda” es la antítesis de este nuevo que ahora presenta ¿Qué le ha sucedido para dar un giro de 180º, cómo se recupera esa esperanza perdida?
—No diría yo que ese poemario sea la antítesis de éste. Es sólo otra visión, si se quiere complementaria, de la existencia.

Lo que queda siempre es lo que aún tenemos pendiente de hacer; también es el tiempo que nos resta en esta realidad difusa que llamamos vida; y lo que queda aún es, además, lo que dejaremos hecho cuando ya no estemos en estas dimensiones.

El hecho es que aquel libro nació de la proximidad real, del enfrentamiento concreto con la muerte, no como hecho meramente existencial sino como peripecia estrictamente personal. Recibir un diagnóstico médico adverso con la fecha concreta de la posible caducidad del autor se convirtió en el deus ex machina de aquellos versos. Sin embargo creo que no encerraban desesperación alguna sino muy al contrario una contemplativa admiración en cuya última sombra asomaba el resplandor de mi pasión por la vida. No en vano aquel libro es parte de mi trilogía “Heroísmo” que aborda la heroicidad cotidiana de los que resisten construyendo la existencia en la belleza.

De modo que esa misma pasión ocupa ahora los poemas de “…Y más allá de mi vida”, siendo ahora su deus ex machina otra experiencia personal sanadora y salvífica, profunda como una sonda oceánica, en esta ocasión el amor de largo aliento y enfebrecida serenidad.

—¿Ha descubierto que la tragedia y el drama no son amigos del amor?
El amor es amigo de todo aquello que es auténtico y sentido con plenitud. Tragedia y drama también pueden estar en lo más íntimo del amor. Y digo del amor, no del desamor, donde parece más obvio que habiten tragedia y drama.

La existencia humana está sometida a caducidad. Tampoco es cosa estrictamente mala, recordemos otra vez a Aurora y a Titono. Bien está que así sea para que la longitud de la existencia y la intensidad vital en lo que fuimos puedan acompasarse dulcemente sin las amenazas del agotamiento y el hastío. Pero claro, la conciencia de que somos efímeros, cuando amamos de verdad, se convierte en algo trágico. Saber que en algún momento tendremos que separarnos de lo amado, lo que dio sentido a nuestra existencia es terrible, pero, como digo, es íntima parte del amor, el amor verdadero, no el falsa y artificialmente creado en una descabellada idealización. En todo caso ese drama del amor, nadie como Cernuda lo ha descrito con mayor emoción en su poema en prosa “Escrito en al agua” (de su libro “Ocnos”).

—“…Y más allá de mi vida” es un bello recorrido por la celebración del amor, por el optimismo y la confianza en sí mismo y en el otro. Suena a que está pasando un momento único y feliz ¿Se arrepiente del pasado o hay que cargar con él para lograr la dicha con conciencia?
Creo que es normal que uno se arrepienta siempre de alguna cosa concreta, de algo hecho o, más a menudo incluso, de algo que no hicimos. Eso es sano. Pero lo que no comparto es arrepentirse del “pasado” como de un todo. ¿Qué es el pasado sino estrictamente “nosotros”? No otra cosa, somos nuestro pasado. Y uno no debe jamás arrepentirse de sí mismo. Por eso tampoco comparto el verbo “cargar con el pasado”. El pasado nos conforma y se lleva, no como una carga sino como un alimento, una reserva de energía, una sabiduría que nos anuncia las luces y las sombras para guiarnos en el camino que se extiende a cada paso delante de nosotros.

Eso sí, en efecto vivo una felicidad única e intensa en la actualidad, una confianza a pecho descubierto en mí mismo y en la persona que amo, que permite dejar las corazas, blindajes y armaduras para que se oxiden en ese desván al que uno nunca regresará a por ellas. Por eso me siento alegremente desbordado. Porque el amor verdadero tiene siempre algo de desmesura, de no guardarse nada, de no escatimar lo más mínimo. El amor verdadero es más cigarra que hormiga, jamás ahorra emociones, las consume con entusiasmo. Pero porque sabe que son inagotables, renovables como el viento, el sol y las mareas.

—¿Sigue siendo la poesía un arma cargada?
Cargada… de futuro, dijo el poeta. En fin, lo acepto como bella metáfora de uno de nuestros grandes escritores recientes, pero no me gustan las armas. He trabajado años en su erradicación y sigo pensando que la única arma buena es la que no existe. Digamos que la poesía para mí es un sueño, una promesa, una iluminación para avanzar hacia el futuro.

—¿Qué opinión le merece la métrica y la rima en la actualidad?
Realmente me merecen la misma opinión que cuando se usaban con más profusión hace unos años y siglos. Métrica y rima, tanto como el verso blanco o el libre han existido desde el comienzo mismo de la lírica, son meras representaciones de la emoción que transmite el poeta. También podemos considerar la poesía visual, la sonora. Todo ello no son sino vías de expresión que ni suman ni restan ni son necesarias siempre ni sobran en todo poema. Lo único que es indispensable en la poesía (y en cualquier expresión artística, creadora) es la autenticidad, sea en dísticos o en hemistiquios sin medidas. Pero esa autenticidad, en el caso de la poesía, está bien que se sirva del lenguaje universal que es la musicalidad. Por eso podemos reconocer claramente un poema aunque esté escrito en prosa. Hay algo de música en la profundidad de las palabras que las convierte en poemas. Y la misteriosa, arcana labor del poeta es, precisamente, sacar a la luz para todos eso que estaba oculto tras la realidad y el propio lenguaje, en un poema. Su formato es lo de menos.


Puedes leer a Jaime Alejandre en :
Jaime Alejandre ...Y MÁS ALLÁ DE MI VIDA

...Y más allá de mi vida
Jaime Alejandre


Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº 54
88 páginas • I.S.B.N: 978-84-944752-8-3• 13€
Prólogo: Guinnevere A. Nash. PhD, Kennicott University

«…Y MÁS ALLÁ DE MI VIDA», es un libro de amor celebrado, habitado por versos optimistas, vitales, apolíneos que son el testimonio del despertar del antiguo temor reverencial de su autor... <<Más>>

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